Historia de una conquista inolvidable
Es una fecha inolvidable para el sentimiento sportivista, y mientras más corre el tiempo, mayores son las emociones que se generan cuando se recuerda aquel 4 de septiembre de 2005.
Batalla épica en materia futbolística, ni siquiera el más mentado guionista podría haberle puesto tanto suspenso y adrenalina, a una historia que tuvo protagonistas terrenales, sin dobles de riesgo en escena. Protagonistas que entregaron el corazón en cada porción de césped.
La gente también tuvo un lugar destacadísimo en aquel momento tan impactante. La pasión por el club rojiverde empujó a la gente a querer estar allí, sufriendo, apretando los puños, cerrando los ojos, abrazando al que se ponga a tiro, viviendo así una parte de la historia que será contada una y mil veces.
Primero, el pedido de los dirigentes del Lobo para que aquel torneo se llame Eduardo Tilio. Ese tal vez fue el máximo disparador de querer ganar aquella preciada copa que rendía tributo a uno de los más queridos y recordados colaboradores de la entidad rojiverde.
Después, el rival con el cual había que definir aquel torneo de la Liga Cañadense, puso otra cuota más al desafío de querer conquistar la gloria para siempre.
Si, impensado, inédito, la final era con Argentino, el Club con el que Sportivo juega uno de los clásicos más fuertes de la Liga y esta vez era para definir un campeonato, nada más ni nada menos.
Primer partido en el estadio del Lobo. Locura total con más de 6.000 personas poblando las gradas y alentando sin parar. Un colorido nunca antes visto y un permanente sentimiento de agradecimiento. Si, gracias al fútbol por permitirnos vivir este momento, gracias a mi viejo que me hizo de Sportivo, gracias a Dios que puedo ser parte, testigo de este momento único y tal vez irrepetible.
Ese era el sentimiento que predominaba. Las miradas húmedas por la emoción, los corazones golpeando más fuerte que de costumbre y las manos inquietas. El partido, 0 a 0 en la primera final.
No podía ser, no era posible. Después de 90 minutos de juego, la presión, la angustia y las ganas de celebrar se iban a quedar con nosotros durante 7 días más.
Así fue que pasaron los días siguientes, en realidad esa semana pareció una eternidad y aunque la vida siguió andando su camino, en Las Parejas nadie se movió de su lugar. Había que trabajar, había que hacer vida normal pero resultaba casi imposible. Todos atentos a los anuncios periodísticos de las emisoras locales.
Los entrenamientos fueron seguidos con atención por muchos entusiastas, pero a diferencia de otras veces, eran muy pocos los que se animaban a opinar, porque la responsabilidad era tan grande, tan fuerte el desafío, que era mejor esta vez no hablar y simplemente observar a los que tenían la enorme dicha de jugarse con todo para estampar sus nombres en la historia.
Los rostros adustos pero las sonrisas siempre a mano, así se vio al plantel durante las prácticas. Había una atmósfera distinta, cargada de sensaciones.
Y finalmente ese domingo llegó, 4 de septiembre de 2005 se leía en el almanaque y cuando arrancó la jornada, todos, absolutamente todos sabían que ese sería un día especial, distinto, único.
Algunos arrancaron temprano, repitiendo sus cosas de cada domingo, otros comenzaron la jornada más tarde y muchos directamente no pudieron pegar un ojo la noche anterior, eso si, nadie pudo mantenerse indiferente a un día en el que uno, solo uno sería el campeón.
En las calles, en los comercios, en los bares, en cada hogar de Las Parejas se respiraba fútbol. Hasta el más descolgado, sabía que algo grande estaba a punto de suceder.
El partido se resolvía en cancha de Argentino y el ritual de llegar al bosque fue también todo un reto. Con enorme expectativa los simpatizantes fueron poblando el lugar y otra vez, el nudo en la garganta, las manos transpiradas, el estómago apretado por esas cosquillas que los nervios generan.
Sportivo saltó al campo de juego y la parcialidad rojiverde explotó. Allí estaban los valientes, enfundados en los colores que tanta pasión despiertan. Argentino también tuvo su recibimiento ensordecedor. La fiesta estaba servida.
El partido arrancó y enseguida la emoción más sublime, la sensación más intensa, las ganas de querer saltar hasta el cielo para abrazarse con todos. Apenas iban unos minutos de juego cuando el tiro libre de Tita Gorosito fue transformado en gol por un tremendo cabezazo de Germán “chupete” Bustamante.
Y ese gol abría las puertas a la ilusión pero claro, por si le faltaba un poco más de suspenso a la definición, aún faltaban 80 y pico de minutos para poder festejar.
No puedo más viejo, esto es mucho, por favor…que manera de querer saltar al campo de juego para ser un poquito arquero, un poquito defensor. Cada vez que Monti atajaba una pelota, todos nos tirábamos hacía el costado como para ayudarlo a tapar el arco. Cuando uno de los nuestros rechazaba, todos pisábamos bien fuerte el piso, como intentando darle más fuerza al despeje.
Y de a poco, mientras el reloj corría al tiempo de siempre, no pudimos darnos cuenta de que había pasado todo el partido. De pronto todo se nubló alrededor y entre tanto alboroto, el juez del partido marcó el final. Nada más se pudo ver con tanta claridad, porque los ojos se llenaron de lágrimas, el nudo de la garganta se fue por completo, pero ahora estaba por todas partes, convertido en la más dulce emoción. Las manos rojas de tanta fuerza contenida ahora se liberaban para dar rienda suelta al clamor. Sportivo había alcanzado la cima, el Lobo era el Campeón en un torneo maravilloso y ya nada más sería igual para el hincha de Sportivo, porque jamás había sentido tanta alegría junta. La Copa Eduardo Tilio estaba en casa, la memoria de nuestro querido colaborador había sido honrada, tras derrotar en la final a nuestro clásico rival.
Pasa el tiempo sobre aquella conquista y lejos de parecer un cuento o una película, sentimos en el pecho un orgullo enorme, porque sabemos que fue verdad. Esta historia se contará una y mil veces para siempre, y tendrá cada vez más toques de fantasía. Cuando pasen los años se dirá que Bustamante saltó alto, tan alto para meter el gol, que parecía que nunca iba a bajar de allá arriba, porque mientras se preparaba para meter el soberbio frentazo, alguien le susurró al oído, “dale chupete, metele con todo que viene el gol”. Seguramente, desde arriba también hicieron fuerza para que esa pelota perfore la red.
No hay dudas, el tiempo pasa rápido, es inexorable, pero cuando hablamos del 4 de septiembre, el corazón se detiene para revivir una y otra vez cada secuencia de aquellos días de gloria.
Por ello, queremos rendir tributo a quienes forjaron, con trabajo, esfuerzo y humildad, la conquista más grande en la historia del Sportivo Atlético Club.
Cuerpo Técnico: Sergio Cornejo, Carlos Echenique
Preparador Físico: Carlos Gigiani
Auxiliares: Guillermo Rosso y “cholo” Verdaguer
Plantel: Monti Horacio, Martoglia Luciano, Echenique Andrés, Palacios Andrés, Bustamante Germán, Bohíve Martín, Quinteros Luciano, Zanoso Alejandro, Acatto Eduardo, Roblero Rodolfo, Villalba Ariel, Ferreira Julio, Gorosito Cristian, Moretto Carlos, Maldonado Favio, Gonzalez Leandro, Castellano Damián, Quintana Jorge, Rodríguez Carlos, Faroni Guillermo, Pizzichini Matías, Rodríguez Cristian, Toledo Franco, Zanoletti Emiliano, Piclú Leonardo.
Salud, Campeones!!!!Es una fecha inolvidable para el sentimiento sportivista, y mientras más corre el tiempo, mayores son las emociones que se generan cuando se recuerda aquel 4 de septiembre de 2005.
Batalla épica en materia futbolística, ni siquiera el más mentado guionista podría haberle puesto tanto suspenso y adrenalina, a una historia que tuvo protagonistas terrenales, sin dobles de riesgo en escena. Protagonistas que entregaron el corazón en cada porción de césped.
La gente también tuvo un lugar destacadísimo en aquel momento tan impactante. La pasión por el club rojiverde empujó a la gente a querer estar allí, sufriendo, apretando los puños, cerrando los ojos, abrazando al que se ponga a tiro, viviendo así una parte de la historia que será contada una y mil veces.
Primero, el pedido de los dirigentes del Lobo para que aquel torneo se llame Eduardo Tilio. Ese tal vez fue el máximo disparador de querer ganar aquella preciada copa que rendía tributo a uno de los más queridos y recordados colaboradores de la entidad rojiverde.
Después, el rival con el cual había que definir aquel torneo de la Liga Cañadense, puso otra cuota más al desafío de querer conquistar la gloria para siempre.
Si, impensado, inédito, la final era con Argentino, el Club con el que Sportivo juega uno de los clásicos más fuertes de la Liga y esta vez era para definir un campeonato, nada más ni nada menos.
Primer partido en el estadio del Lobo. Locura total con más de 6.000 personas poblando las gradas y alentando sin parar. Un colorido nunca antes visto y un permanente sentimiento de agradecimiento. Si, gracias al fútbol por permitirnos vivir este momento, gracias a mi viejo que me hizo de Sportivo, gracias a Dios que puedo ser parte, testigo de este momento único y tal vez irrepetible.
Ese era el sentimiento que predominaba. Las miradas húmedas por la emoción, los corazones golpeando más fuerte que de costumbre y las manos inquietas. El partido, 0 a 0 en la primera final.
No podía ser, no era posible. Después de 90 minutos de juego, la presión, la angustia y las ganas de celebrar se iban a quedar con nosotros durante 7 días más.
Así fue que pasaron los días siguientes, en realidad esa semana pareció una eternidad y aunque la vida siguió andando su camino, en Las Parejas nadie se movió de su lugar. Había que trabajar, había que hacer vida normal pero resultaba casi imposible. Todos atentos a los anuncios periodísticos de las emisoras locales.
Los entrenamientos fueron seguidos con atención por muchos entusiastas, pero a diferencia de otras veces, eran muy pocos los que se animaban a opinar, porque la responsabilidad era tan grande, tan fuerte el desafío, que era mejor esta vez no hablar y simplemente observar a los que tenían la enorme dicha de jugarse con todo para estampar sus nombres en la historia.
Los rostros adustos pero las sonrisas siempre a mano, así se vio al plantel durante las prácticas. Había una atmósfera distinta, cargada de sensaciones.
Y finalmente ese domingo llegó, 4 de septiembre de 2005 se leía en el almanaque y cuando arrancó la jornada, todos, absolutamente todos sabían que ese sería un día especial, distinto, único.
Algunos arrancaron temprano, repitiendo sus cosas de cada domingo, otros comenzaron la jornada más tarde y muchos directamente no pudieron pegar un ojo la noche anterior, eso si, nadie pudo mantenerse indiferente a un día en el que uno, solo uno sería el campeón.
En las calles, en los comercios, en los bares, en cada hogar de Las Parejas se respiraba fútbol. Hasta el más descolgado, sabía que algo grande estaba a punto de suceder.
El partido se resolvía en cancha de Argentino y el ritual de llegar al bosque fue también todo un reto. Con enorme expectativa los simpatizantes fueron poblando el lugar y otra vez, el nudo en la garganta, las manos transpiradas, el estómago apretado por esas cosquillas que los nervios generan.
Sportivo saltó al campo de juego y la parcialidad rojiverde explotó. Allí estaban los valientes, enfundados en los colores que tanta pasión despiertan. Argentino también tuvo su recibimiento ensordecedor. La fiesta estaba servida.
El partido arrancó y enseguida la emoción más sublime, la sensación más intensa, las ganas de querer saltar hasta el cielo para abrazarse con todos. Apenas iban unos minutos de juego cuando el tiro libre de Tita Gorosito fue transformado en gol por un tremendo cabezazo de Germán “chupete” Bustamante.
Y ese gol abría las puertas a la ilusión pero claro, por si le faltaba un poco más de suspenso a la definición, aún faltaban 80 y pico de minutos para poder festejar.
No puedo más viejo, esto es mucho, por favor…que manera de querer saltar al campo de juego para ser un poquito arquero, un poquito defensor. Cada vez que Monti atajaba una pelota, todos nos tirábamos hacía el costado como para ayudarlo a tapar el arco. Cuando uno de los nuestros rechazaba, todos pisábamos bien fuerte el piso, como intentando darle más fuerza al despeje.
Y de a poco, mientras el reloj corría al tiempo de siempre, no pudimos darnos cuenta de que había pasado todo el partido. De pronto todo se nubló alrededor y entre tanto alboroto, el juez del partido marcó el final. Nada más se pudo ver con tanta claridad, porque los ojos se llenaron de lágrimas, el nudo de la garganta se fue por completo, pero ahora estaba por todas partes, convertido en la más dulce emoción. Las manos rojas de tanta fuerza contenida ahora se liberaban para dar rienda suelta al clamor. Sportivo había alcanzado la cima, el Lobo era el Campeón en un torneo maravilloso y ya nada más sería igual para el hincha de Sportivo, porque jamás había sentido tanta alegría junta. La Copa Eduardo Tilio estaba en casa, la memoria de nuestro querido colaborador había sido honrada, tras derrotar en la final a nuestro clásico rival.
Pasa el tiempo sobre aquella conquista y lejos de parecer un cuento o una película, sentimos en el pecho un orgullo enorme, porque sabemos que fue verdad. Esta historia se contará una y mil veces para siempre, y tendrá cada vez más toques de fantasía. Cuando pasen los años se dirá que Bustamante saltó alto, tan alto para meter el gol, que parecía que nunca iba a bajar de allá arriba, porque mientras se preparaba para meter el soberbio frentazo, alguien le susurró al oído, “dale chupete, metele con todo que viene el gol”. Seguramente, desde arriba también hicieron fuerza para que esa pelota perfore la red.
No hay dudas, el tiempo pasa rápido, es inexorable, pero cuando hablamos del 4 de septiembre, el corazón se detiene para revivir una y otra vez cada secuencia de aquellos días de gloria.
Por ello, queremos rendir tributo a quienes forjaron, con trabajo, esfuerzo y humildad, la conquista más grande en la historia del Sportivo Atlético Club.
Cuerpo Técnico: Sergio Cornejo, Carlos Echenique
Preparador Físico: Carlos Gigiani
Auxiliares: Guillermo Rosso y “cholo” Verdaguer
Plantel: Monti Horacio, Martoglia Luciano, Echenique Andrés, Palacios Andrés, Bustamante Germán, Bohíve Martín, Quinteros Luciano, Zanoso Alejandro, Acatto Eduardo, Roblero Rodolfo, Villalba Ariel, Ferreira Julio, Gorosito Cristian, Moretto Carlos, Maldonado Favio, Gonzalez Leandro, Castellano Damián, Quintana Jorge, Rodríguez Carlos, Faroni Guillermo, Pizzichini Matías, Rodríguez Cristian, Toledo Franco, Zanoletti Emiliano, Piclú Leonardo.
Mauricio Gallardo
www.sportivolasparejas.com.ar